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Sobre la Democracia Costarricense

Por Roger Alexis Rodríguez Alvarado, Profesor de Estudios Sociales


Costa Rica es una de las democracias más estables y longevas del mundo. Cada año tenemos la ocasión de conmemorarla, gracias a que cuenta con su propia efeméride: “el día de la democracia costarricense”, que se celebra cada 7 de noviembre desde 1942. En esta fecha se conmemora a las y los costarricenses que defendieron el proceso electoral de 1889.


Las decisiones tomadas por algunos gobernantes de esa época, motivaron un respeto por la decisión de la mayoría de los costarricenses que hicieron defender su derecho a elecciones libres puras y legítimas. Sin embargo, con esa lucha no se acabaron los conflictos electorales en el país.


El Tribunal Supremo de Elecciones que hoy conocemos nació varios años después, se creó constitucionalmente como un órgano con garantía de independencia en 1949, después de la guerra civil del año anterior, y estuvo a cargo por primera vez de unas elecciones presidenciales en 1953.


Vivimos tiempos difíciles para la democracia como régimen político, por esa razón conviene resaltar el valor de un sistema político robusto y estable. Muchos acontecimientos de este 2021 nos alertan sobre la preservación de la democracia como forma de convivencia social y política, pues es la única que permite canalizar y procesar expresiones de oposición, denuncias contra figuras de poder y respeto a los derechos de las minorías.


El desencanto y el cansancio con la política, se convierten en un reto, al evidenciar la necesidad de corregir las imperfecciones de la democracia. Particularmente podemos centrarnos en el caso de la democracia costarricense, en la que hay una serie de promesas incumplidas, sobre todo en el ámbito social, por los efectos adversos del aumento de las desigualdades entre los diferentes segmentos de la población, con un prolongado estancamiento en los porcentajes de pobreza y corrupción de nuestros jerarcas políticos.


Este 7 de noviembre vale la pena reafirmar la certeza de que el fortalecimiento de la democracia es una de las claves para erradicar las desigualdades y lograr una sociedad más justa, más integradora y más solidaria. La democracia continúa siendo el camino por el que podemos transitar con mayores convicciones sobre el bien común y la construcción de un futuro más esperanzador para todas las personas.

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